jueves, marzo 06, 2014

Me espiabas detrás de la puerta y en tus ojos podía verse la derrota
a lo lejos se oían golpes secos, uno tras otro, los árboles se derrumban *
Hoy no es día para caer en el abismo, hace demasiado sol. 

Sigues por el camino que te lleva hacia el café de al lado, sin mirar atrás. 
Hace tiempo que algo se apropió de tú tiempo y tú conciencia dictó que:
- no volveré a pensar en qué hacías allí sentada mirando las casas de los demás,
distraída sin nada - 
Es demasiado cierto, y por eso, me alejo.


* frase extraída de Blancanieves se despide de los siete enanitos, de Leopoldo Panero.

martes, marzo 04, 2014

El monstruo del tiempo

Lo voy a contar rápido, porque realmente lo que interesa es poco y el resto de estos cinco años son tan sólo capas de un tiempo pastoso sin derecho a reintegro.
Pasé cinco años en esta pinche ciudad sin hacer un único pinche amigo.
Como no he sucumbido del todo a la demencia, no llevo la cuenta de las horas que he pasado sin compañía. Además, esta historia no va de números, sino de materia.

Tuve un colega, que se marchó.
Y hubo una señora. Una mujer fuerte y sincera que hablaba, y hablaba, y hablaba.
Tenía historias interesantes. historias interminables. historias y más historias que un día me cansé de escuchar. Yo también tengo historias, pero esa mujer fuerte que no paraba de hablar no me dejaba resquicio alguno por donde encajarlas.
Mi portugués es lento. Imperfecto. Quizá sin gracia.
Y a partir de los 30 a la gente le importa una mierda hacer nuevos amigos.
Al menos en ésta pinche ciudad.
Creo. Es igual. 
El caso es que los días se amontonaban formando una masa cada vez más grande y oscura 
a la que por convención había de llamar vida.
Pero era difícil mirar esa triste masa descuidada y pensar que ahí yacía mi existencia.
Es decir yo. Es decir, una triste y descuidada masa a la que daban ganas de patear o escupir encima o tirar por la ventana o esconder bajo la cama, o todas esas cosas a la vez, para no verla más.


Era una cosa tal que así


















Pero no es hora de lamentos.
Un día cogí la masa por los bordes y con cuidado la puse en mis rodillas y la miré con cariño sincero, ese cariño sin pena.
La masa era fea y gris y sucia, pero qué cojones, estaba ahí y era mía.
Empecé a cuidarla, poco a poco, día tras día.
A quitarle despacio aquellas costras de mugre que se le habían formado en el tiempo.
Una suciedad de falsas percepciones necesidades adulteradas y sombras ajenas a la masa, 
que ahora era más pequeña y más bonita.
La gran bola de mierda de estos cinco años se fue transformando en una simpática bolita
cada vez más pequeña en tamaño y más profunda en el espacio.
Nos llevamos bien. 
Mis amigos me instruyen y con ninguno me voy de cañas.
Están más allá de este lugar, pero la soledad ya no existe.
Porque los pensamientos verdaderos fluyen como partículas que recorren el universo simultáneamente y en todas las direcciones. 
La bazofia está y estará aquí siempre.
A veces entra con sus tentáculos infectos. Pero ya no se instala. 
La suciedad ya no se adhiere a la masa.


Nick Caverna, la bolita y yo

  

jueves, febrero 20, 2014

Visiones del Apocalipsis o Aviones que rasgan el cielo

Es día de fiesta
vamos a volar tú y yo
cruzando el cielo azul
y el ancho mar

Pero el cielo no es azul
y los peces están muertos
y los valles son túmulos
de niñas huérfanas

Dices que ese manto gris
que avanza hacia nosotros
son partículas malignas
que se están comiendo todo

Y cuando el cielo se rasgue
y del mar brote la sangre
nos taparemos los ojos
aunque ya no seamos niños

Quizá los niños no son niños
sino replicantes de piel tierna
y nosotros una triste copia
de aquello que creímos ser

Tanto da
porque la verdad ya no importa
los dragones son invisibles
y el desierto un yermo mar

Mirábamos al cielo,
y el cielo ya no era azul
una pesadilla detenida
un estado de excepción

martes, noviembre 05, 2013

Ya no las hacen como antes

Cap.III

A día de hoy, las razones de mi declive se entremezclan.
La falta de “guita” siempre presente. Mi malograda carrera como cineasta. La constante soledad, que al principio saludé como estadio natural de la creación, pero que fue poco a poco horadando mí ya de por si frágil habilidad social y metiéndome hacia dentro…
Sí. No encontré ningún mecenas que apoyase mis deseos de realización artística. Ninguna “Rosarinho” que calmase mis pulsiones carnales, ningún compañero con quien compartir conversaciones de café, vinos y cigarrillos. 

¿Dónde estaban los intelectuales sobre los que tanto había leído? Aquellos que se encontraban en los cafés de avda. de Roma o en los alrededores de la cinemateca ¿Muertos? ¿Encerrados en sus burguesas casas bebiendo coñac servido por asistentas que poco después bajan a la calle a echar sus raspadinhas? (por puro vicio, recelo que hasta los sueños les fueron vedados)

¿Dónde? ¡en este momento de ignominia en el que tanto les necesitamos! Demasiado viejos para prestar atención a un pobre muchacho de aspecto pusilánime pero que rebosa pasión cinéfila. Demasiado ocupados en sus pensamientos abstractos para ver la desesperación de los que, creemos, sabemos, todo el potencial que albergamos

¡Puro corazón! ¡Avidez creativa! Para ellos somos invisibles y nunca se sentirán en deuda, sólo por el hecho de que poseemos algo que a ellos se les escapa: Juventud, Futuro Indefinido, Vida. Vida para quemar. Días y más días sin dolores en las articulaciones sin toses sin esgarros sin callos ni juanetes, sin piernas cansadas. Sin embargo, yo siento que la vida se me escapa. Sin mis sueños, no soy nada.

Y las chicas…

Las chicas en estos días pueden con todo. Incluido yo.  

domingo, agosto 05, 2012

-¿Te imaginas tener hijos ahora, con todo éste lio?-


Adela se da unos toques de colorete en las mejillas y se pone sus gafas de ver.
Lleva una blusa de florecillas veraniega.
Se coloca un pañuelo castaño en la cabeza, cubriendo parcialmente su cabello gris.
Es un domingo soleado.

Comienza a trajinar en la cocina.
Mete dos panecillos de jamón y queso crema envueltos en papel de cocina en una cesta de mimbre.  
Antonio lee el periódico en el salón.
¿Vamos?-  Adela le espera en la puerta con la pequeña cesta de mimbre.
Antonio desaparece por la puerta del salón. 
El sonido intermitente de un exiguo chorro de orina llega desde el cuarto de baño.

En el parque, Adela y Antonio se sientan en un banco a la sombra. 
Sacan los panecillos y comienzan a comer en silencio.
Adela busca en su cabeza un tema de conversación.
Llevan 46 años juntos.

El ruido de los juegos de los niños, un batiburrillo de gritos y risas, se alza  sobre el parque
y manteles con familias y amigos y parejas se diseminan sobre la hierba.
Adela y Antonio comen despacio sus panecillos en el banco, bajo la sombra de un árbol.

A su izquierda, a unos cinco metros, una mujer camina de un lado a otro con el celular en la oreja.
Una mujer normal, de cabello rubio teñido. 
Una mujer de unos treinta y muchos, con gafas de sol. 

Antonio levanta su mirada hacia la mujer, clavándola en el menear de sus piernas.
Adela la mira también.
La mujer normal lleva un vestido corto y verde que descubre una buena porción de piernas. 
Unas piernas robustas. No esculturales, pero unas buenas y macizas piernas.
Unas piernas de mujer joven.

Antonio y Adela miran a la mujer del vestido verde. 
Una brisa atlántica levanta su vestido y deja relucir aún más sus jóvenes y robustas piernas.

Adela envuelve el resto de su panecillo en el papel de cocina y lo devuelve a la cesta de mimbre.

-¿Te imaginas tener hijos ahora, con todo éste lio?- 

sábado, octubre 29, 2011

Soy crítico de cine

De pequeño me escondía de noche tras la puerta del salón
para escudriñar en la distancia a Truffaut.
Los 400 golpes, Hitchcock o Charlot,
aquel niño y sus cuitas en un colegio mayor,
me erizaban mi pelusilla de puber,
agazapado tras el umbral mientras mis padres veían el cine de la 2.

Crecí en blanco y negro, ajeno a lo que venía detrás,
la irrupción del huracán Spielberg,
George Lucas o Michael J. Fox
y alucinar en cinemascope
con viajes intertemporales y batallas siderales
en otra dimensión.

Me sentía como un goonie, heroico y libérrimo,
devorando boquiabierto lasers y efectos luminotécnicos,
radiaciones electromagnéticas que emanaban de la gran pantalla
deslumbrando mi cerebro de phoskito
mientras una sombra despuntaba ya en mi labio superior.

Y el tiempo pasó.
Los folículos pilosos de mi piel
florecieron cual jardín del edén
y aquí me teneis:
Un joven-cabal.
Un adulto-jovial.
Un ingenioso hidalgo
leído y locuaz.
Tecleo con destreza comments, posts, twits,
y hasta párrafos enteros,
pues no hay soporte digital que se resista a mis
sagaces dedos.

Os cuento: Mientras aguzaba mi paladar fílmico
me saco una de letras, conversaciones de café vespertinas
con mis compañeros,
que si Kiarostami, que si cine sueco,
et voilà, en flamante crítico cinematográfico me convierto.

De digito afilado y gusto avezado, me dedico a desguazar el trabajo ajeno.
Cual pianista de los nuevos media escupo arbitrariedad a los 4 vientos.
Agarro mi laptop, avivo mi ingenio,
y ahí lo tengo,
sin moverme del sofá,
un vituperio.

De la praxis cinematográfica poco sé.
Y es que señores, yo soy un flâneur.
Paseo entre las pelis,
de puntillas y arremangado,
no sea que se me estropee el abrillantado
de mis finos zapatos de cristal.

viernes, septiembre 25, 2009

El desayuno

Se despertó esa mañana temprano. Quería preparar un buen desayuno, aprovechando que era fin de semana y él no tenía que ir a trabajar.
- El desayuno, es la mejor comida del día- Solía decir él.
Ella, la verdad, no tenía mucha hambre a esas horas, pero le acompañaría con un té y una tostada y disfrutarían de esa mañana sin horarios.

Últimamente, por unas cosas o por otras, no compartían muchos desayunos tranquilos.Si se paraba a pensar, no sabía porqué exactamente. Es cierto que él había comenzado a adquirir otros compromisos los fines de semana. Antes, siempre lo pasaban juntos, pero ahora solía hacer alguna actividad o deporte con amigos. Pero es que, decía, durante la semana sólo tenía tiempo para trabajar.

Ella hizo huevos revueltos y cruasanes a la plancha, y lo dispuso todo en la mesa del comedor.
Puso manteles limpios, un plato de cerámica con un buen trozo de mantequilla y tres clases diferentes de dulce de mermelada.
Fue a despertarle a la habitación, susurrándole que el desayuno estaba listo. Él soltó dos gruñidos hundiendo la cara en la almohada, y dijo que iría enseguida.

Ella se sentó junto a la mesa y se quedó mirando a la pared.
Luego contempló el surtido desayuno, que mostraba una armonía de formas y colores perfecta. Los manteles japoneses, la vajilla de un blanco inmaculado.
Se incorporó para ver si el té se había enfriado. Levantó la tapa, aún humeante y comprobó con las manos el intenso calor de la cerámica. Volvió a sentarse, esperando.

La mantequilla había perdido algo de su sólido aspecto, así que se levantó y la volvió a meter en la nevera. Volvería a sacarla cuando él llegase . Abrió una revista.
- Quizá podría dar un segundo calor a los huevos - pensó.

Por fin apareció él, soñoliento. Pasó por su lado y le tocó el hombro con la mano, para seguir en dirección hacia el baño, cerrando la puerta tras de sí.
La casa era un loft de diseño moderno y habían invertido meses de búsqueda en encontrarla.

Miró hacia la pared, estudiando los desperfectos que habían salido con el tiempo.
Las veces que le había hablado de pintar todo de nuevo, él se había mostrado huidizo. - No sabemos cuanto tiempo estaremos aquí- decía.
- ¿Aquí en el mundo, o en este piso? - pensaba ella.

Pasaron 10 minutos largos y él seguía sin salir del baño.
Decidió entonces calentar de nuevo los huevos y hacer un segundo té.
Si había algo que le molestase de veras era el té tibio, ni frío ni calor. Así sentía su relación desde hacía meses.
¿Qué podía estar haciendo ese hombre tanto tiempo en el baño?
Los cruasanes estarían ya fríos y duros.
También había cortado un kiwi y una pera.
Le entraron ganas de llorar.

Él apareció entonces por la cocina. Se acercó a ella y le dio un beso distraido, mientras miraba hacia la ventana. Ella le sonrió, sin soltar el mango de la sartén que asía con una mano, ni la cuchara de palo con la que daba suaves golpecitos a los huevos con la otra.

- Que... estaba pensando... - Dijo él vacilante.
- Él coche. Que no sé si lo he dejado bien aparcado-

Ella permaneció inmóvil, sujetando el mango de la sartén con una mano y la cuchara de palo con la otra.

- Es que no sé si hoy cuenta como festivo o laborable. Éste lío de las zonas. Igual voy a mirar en un momento, no quiero que pase nada, como la otra vez.-

Iba retrocediendo hacia la puerta.

- Sí, casi que bajo un segundo. Así no estoy tranquilo. No me cuesta nada -

Lo vio desaparecer tras el umbral y oyó la puerta de la entrada cerrarse. Seguía con el mango de la sartén sujeto. La cuchara de palo fue cediendo sobre el revuelto.





viernes, mayo 08, 2009

Mejillones y género

- Me gusta dibujar mejillones-

- Ajá- asiente el profesional de las mentes aturdidas y/o extraviadas
-¿Puede esto significar que soy lesbiana?-
(busco respuestas profesionales, por eso estoy allí...)

- Puede... y puede que no-
responde muy hegeliano el ínsipido profesional.

He leído que las mujeres tienden a pintar flores,
con sus majestuosas almendras que se abren y despliegan en bellas corolas.
Pero mis mejillones son siempre parecidos, espirales que nacen en el mismo punto...

Yo por ahora sigo acostándome con tíos.
Me quedé sin dinero y sin respuestas.

jueves, mayo 07, 2009

El secreto

La ruidosa comunidad se detiene.
Un desconocido ha irrumpido en sus casas, y con ese timbre,
lo antes a los cuatro vientos aireado, se torna silente.

La comunidad contiene la respiración

Desaparece el flamenqueo
cesa el gracejo inmediatamente
y varias cabecitas
asoman con cautela de su ratonera.

Desde la cima, veo moldeados.
Y coronillas y pelos ralos
surgen aleatoriamente de la vertical del plano.

De un plumazo, la comunidad enmudece.
Espera, sigilosa, que el extraño se aleje.

jueves, diciembre 11, 2008

CAP II. En la Consulta

-I-

Entro en el límpido consultorio privado de la clínica Montpellier, en calle Aragò:
páredes de un blanco inmaculado y suelo de cristalino mármol
Me adentro en la diáfana estancia con resuelto caminar,
y en elegante zoom escudriño al bombón que preside la mesa,
una rubia de coleta tirante y labios cubiertos de fresa.

Me acerco hasta el borde de su tablón y bajo humilde la cabeza,
en una libre interpretación de la inclinación japonesa 
(que yo en eso estoy muy puesto) 
y fijo finalmente en ella mis ojitos de ensoñador
-Mademoiselle, buenos días-
le digo con grave voz.

La sueca no mueve un ápice de su inicial semblante,
y ni pizca de rubor asoma en sus mejillas de melocotón.
Me mira en cambio con severidad a través de sus ojos lechosos.
(Ay que ver estas mujeres desde que están liberadas,
no se arredran ante nada)

-¿Quién es usted?- me inquiere con voz tajante.
-¿Mi nombre? Y se lo digo, como siempre con mucho estilo,
dejándo que la última vocal se apague lentamente en mi boca.
Soy...
Bueno, es difícil resumirlo.
Realizador, empresario, productor...
Benefactor creativo.

-no, no ha entendido usted mi pregunta -
(La azafata está guerrera)
-¿Qué quién es usted?- Me repite golpeando la mesa con su lapicera.

Me repongo de mi estupefacción y me dispongo, con renovadas fuerzas, a desgranar sintéticamente algunas fases de mi extenso currículum.
Podría incluso pedirle a Judit, mi asesora, que le remita por fax e ipso-facto
el documento. Pero al volver a posar mi sobria mirada sobre el rostro de la recepcionista me encuentro con su contraído rostro,
y me apercibo, sagaz, de su mirada de odio.

-Señorita, ¿me confunde usted con otro?-  Le pregunto compungido.
No solo no se rinde a mi encantadora mirada, sino que se muestra
crecientemente más ruda, hiriendo mi compostura 

-Es que creo que no ha entendido usted mi pregunta, caballero-
Responde la nórdica con voz de hielo
-En los últimos tiempos, los últimos meses, semanas o días...
(hago un plano detalle de su boca moviéndose al tiempo en que mi bultito se despereza con prisa)
-¿Ha hecho usted más feliz a alguién?- me pregunta - ¿Ha facilitado su camino? ¿Ha mejorado en algo los momentos buenos o malos de su jornada? -toma aire-
-Si su madre se pone enferma ¿va a verla?-

¡Pero qué coño dice ésta arpía!
¿acaso no sabe a quién se dirige?
¡Al captor de la belleza en el mundo sensible!

-Mira, so guarra- le digo quitándome el sombrero
- ¡Yo sólo he venido a tratarme esta incipiente calva!
Si tus padres no saben que eres lesbiana, poco me importa.
La gente me admira, las mujeres...
¡Las mujeres alucinan con mi tierna hombría!-

-II-

Y dicho esto me alejo de allí con aire altivo.
Una vez en la calle me recompongo, he perdido los estribos, lo reconozco.
¡Nombrar mi frente despejada como calva! No sé que me ha pasado, esa fulana...
No puedo dejar que el enfado contraiga mi cara,
¡mis líneas de expresión cada noche de anti-age embadurnadas!

Para quitarme este amargor de la boca llamo al primero de mi séquito
y le cuento el episodio de la consulta y de aquel monstruoso niño tan molesto.
-Roger, yo alucino- dice -Pero...¡espera un momento!
¿Acaso no será todo esto una mala jugada de la productora rival?
¿No querrán socavar con acierto, apelando a tu desconcierto, todo tu potencial?

- Ahí le has dado, amigo mío!- cuelgo mi i-phone triunfante y llamo a mi asesora, -noia, em sembla que tens molta feina, pero lo primero, cuentame paso a paso mi agenda-


sábado, diciembre 06, 2008

CAP I. Soy publicista

-I-

Aparto mi plumífero nórdico.
Un tímido bultito despunta en mi entrepierna
cubierta por ese pijama de tweed, comprado en una boutique
de London square el año pasado.
Me levanto y voy al baño. Allí me palpo el rostro en reflexivo gesto,
en un día me ha crecido la barba
¡Pero si ayer mismo me hice un apurado perfecto!
-Bueno, bueno... ¿y qué es esto?- me pregunto al observarme en el espejo
¿quizá me creció la cara?
Ralos cabellos orlan mi frontispicio,
compruebo al enfundarme mis óculos Dolce Gabbana

¿Y si las radiaciones UVA están minando mis masculinas hormonas?
¿o es que acaso mi estilista ya no le saca el máximo volumen a esta corona herbácea?
y eso que la Paola, de guais & scissors, no es ni mucho menos barata.

Pero este es el precio, amigos,
ya se sabe que la metrosexualidad, al final, se paga cara.
Y a mi que me lo digan,
la suscripción a las revistas femeninas me sale por un ojo de la cara.
Pero así me acerco a ellas,
en los bares, de noche, les asalto con mis frases compradas
-¿Tu belleza es de este mundo?
¡captaría tu delicadeza en sólo dos fotogramas!

Por el día soy más fino, me calzo una buena coartada
en forma de americana liviana y estos ojitos impostados 
camuflan mi vacuidad humana.

Pero nenas, yo soy de aquí y de allí.
Cosmopolita empedernido me dicen, y es así.
A mi lo que me gusta es el todo y la nada,
ser un ser, mejor que no ser, mi imagen es mi coartada
Y esto del espejo a primera hora de la mañana no es más que una falacia.
Ya veréis cuando me plante mi modern- -juvenil disfraz
y me vaya a pasear por el local. Vais a flipar.

-II-

Así que.
Activo mi buga con el automático y me alzo carretera abajo
sin ver que ese caniche tan mono quedó enredado en mis bajos
al cruzar el semáforo en rojo ¿o era ambar?
Es igual.
La rubia no está tan buena como para pagar el seguro
así que le piso con fuerza rumbo a mi segunda morada,
presto a epatar al personal con mi chupa recién estrenada.

-III-

Ya en la puerta, un niño pecoso con grandes gafas de montura morada, me increpa algo desde la otra acera, con aspavientos impropios de su corta edad.
Pienso en el caniche aplastado bajo mi rueda de montaña
¿será acaso el niño la reencarnación humana?
y ese resorte, en mi siempre presente, de eterna bondad alquilada,
se activa desde el esfínter obligándome a cambiar de acera.

(Esfínter, por otro lado, que ha sido cuidadosamente pulimentado
por la Rosi, del estetic Almodovar center, y he de decirlo,
por sus diestras manos. Y es que cada miércoles tarde, es lo que hago,
nunca se sabe cuando va uno a sacar a pasear su bultito de la entrepierna de tweed)

Me acerco a él (nada que ver con lo anterior citado, pues yo de pedófilo no tengo nada)
y le encuadro con maestría en contrapicado.
¡El ojo cinematográfico es mi particular pesadilla!
Me acompaña desde mis primeras poluciones cual ladilla en mi carne sensible incrustada. Y eso es lo que me solaza cada mañana.

El niño me desafía detrás de sus grandes gafas. Y me espeta resuelto y sin más preámbulos: -¿Pero, quién eres?- 
- Y es más -añade- ¿ De quién robaste esas palabras caras? -

Es verdad- me digo- Si en "ángeles y demonios" nunca usaron semejantes términos,
ni polución, ni preámbulos, y entonces pienso:
- ¡no dios mío, no!
Será que me encuentro, incluso, también dotado
(tan bien dotado, jeje)
del don de la creación literaria?
¡dios mio de mi vida y de mi corazón,
no puedo con tanto tino y tan inestimable compendio de atributos creativos!
¿Habré acaso de cambiarme el apellido?-

-IV-

Decido correr raudo a hacerme un buen chequeo,
no sea que este niño sea pájaro de mal agüero y se acerque trepidante el tributo a tanto menester creador, en forma y signo implacable de alopecia galopante.

Señores, yo soy un dandy, un modern-man,
un ilusionista del juego de los espejos,
esto se viene y se va, y sino me planto unos injertos,
vamos ya, un hombre como yo, de altos vuelos...

(CONTINUARÁ)

jueves, octubre 16, 2008

el Sueño Europeo No existe

Sentada , encogida, en la roñosa silla de plástico del hospital,
temblorosa, el rostro cárdeno,
sus ojos oscuros inflados,
sangre seca en la comisura de su boca carnosa,
no siente dolor.

Solo un intenso crepitar en su cabeza la invade, toda:
siete filetes de vacuno friéndose a fuego ardiente
sirenas de fondo que ululan al tiempo dentro de sí,
le invaden y no le dejan tiempo
para no hacerlo
vengarse,
de lo que es demasiado injusto,
que sobrepasa lo imaginable.
¿Quién soy yo para juzgar?

Atrás quedan las carrerillas por el malecón de la Habana,
las noches cazando turistas (como presa)
gambas con pantalones desmontables
y VisaOro que compra su sexo.
A veces unos abalorios y un plato caliente, frijoles,
y esos viejunos brillantes
"Que poco garbo mi amor"

Eres una niña con el cuerpo usado y los ojos vivos
entonces te vienes a Europa,lo llaman el primer mundo,
Y sigues gastando tu cuerpo
desgastándote
en un provinciano prostíbulo.

Y sueñas con ir de la mano de algún hombre distinguido
traje de chaqueta de lino
los dos con expresión vehemente,
henchidos de éxito social.
Solo quieres ser alta y altiva,
como ellas, mujeres distinguidas peinadas de peluquería,
el teatro te da igual.

Pero en el burdel no hay clientes influyentes,
solo individuos soeces,
(y todo es soez)
El sueño europeo No existe
Sólo el filo del cuchillo, refulgente,
y el incesante crepitar.

La comida también es soez.y tosca.
Te hizo adquirir formas flácidas.
La niña estilizada que corría airosa con el culo en pompa
por el malecón de la Habana,
tiene el colesterol alto,las trans son lo más barato y la vida le crea ansiedad.

No, no hay hombres distinguidos,
y si los hubiera, serían seguro aburridos.
Este parecía gracioso
Que son, mi amor, aquel día en el baile.
Hasta que un día te coge del cuello y aprieta con fuerza
-Cuidadito mi negra con lo que tú haces-

Te golpeó en el estómago,algo se cerró de golpe
(el extremo del esófago)
creías que todo se había acabado, pero no,
aún te quedaban fuerzas para aguantar.
Un puñetazo,y otro,
qué más da, si ya no sientes dolor,
solo sirenas y ese intenso crepitar.

La hoja destellante cayendo sobre esos cuerpos sobresaltados,
convulsionándose,
danza macabra del cuchillo hundiéndose entre batas blancas.
Y solo después, sentiste tranquilidad.

miércoles, septiembre 03, 2008

La Encina

Caminábamos por aquel pinar, árido y seco,
bajo el sol abrasador de un fin de agosto castellano.
La ropa para el funeral de la tarde
no era lo más apropiado para aquella incursión campestre,
que con aquellas alpargatas que dejaban pasar la arenilla y el polvo, se hacia mucho más larga.

Los hierbajos resecos se enganchaban, inmisericordes, al tejido de los pantalones, penetrándolos y clavándose fortuitamente en nuestras piernas al andar. Las pulgas de río saltaban a nuestro paso, aguzadas por el olor a carne fresca.
Caminábamos en silencio, mirando al suelo,
cómo autómatas con un único objetivo: llegar hasta la encina,
a unos 5 kms del punto de partida.

La encontramos, era esa, el contorno de piñas lo indicaba.
Nos detuvimos.
Padre sacó los utensilios y se dispuso a abrir la urna,
que mas que una urna parecía una lata de nesquik,
primero con un cuchillo,
después con destornillador y martillo,
golpeando concienzudo los bordes
tratando de hacer palanca entre los resquicios del recipiente y su tapa.
Aquello se resistía.

Contemplábamos la escena, inertes y aturdidos,
la mirada fija en la maniobra,
padre cada vez más rojo, con el sudor cayendo a chorros,
moviamos las manos como autómatas para espantar el enjambre de moscas
que se arremolinaba en aquel punto, atraídas por el dulzor
del sudor y la densidad de la atmósfera.

Yo me había quitado la camiseta,
pensando en el funeral de la tarde.
N hizo un tímido ademán de ayuda,
y por fin, la tapa cedió.

Contemplé aquel receptáculo de materia gris,
las cenizas de mi abuela.
¿Por qué siempre había pensado en un fino polvo irisado?
Una bocanada de risa me subió por la garganta como un vómito:
un sonoro alarido irrumpiendo en la desolación del ajado paisaje veraniego,
una risa histérica, patética, de ella heredada,
una liberación de adrenalina malsana

Sentí una oleada de pudor al verme allí plantada,
despidiendo a mi abuela, mi abuela del alma,
con el culo sudado, una teta casi fuera
y una aureola de moscas agolpándose en mi cabeza.
Me tapé avergonzada con la camiseta sudada.

Deshicimos el camino,
cansados y cabizbajos.

Quizá no éramos la familia más convencional de Castilla.
No la despedimos durante días con grandes fastos,
no hubo cortejo fúnebre, ni excelsas coronas florales,
pero esa encina, que se alza en medio de un bosque perdido jalonado por el Duero,
adusto en verano, fresco y sombrío en otoño,
lleva el alma de mi abuelo desde hace cinco años
y ahora de mi abuela, su mujer amada,
Y de su risa,
esa risa catártica, de ella heredada. 

martes, julio 29, 2008

Sucesso

- Y sentí el calor de su aleteo histérico en mi pie. Palomas, inmundas ratas de ciudad cada vez más osadas-

Se oía el rumor metálico de los platillos.
Quería correr allí,
pero me frenaba.
Espantando palomas con el pie creía salvaguardar mi autonomía,
no usurpar tu éxito, reflejo de mi fracaso como protagonista.

Odio el protagonismo
soy una protagonista malograda,
y en tu sucesso veo mi frustración como interprete estelar de actos sublimes.

He protagonizado heroicas batallas en el baño.
He sido la elegida de diestros espadachines
(pero siempre manteniendo mi personalidad marcada, nunca como desmayada princesa de boca cerrada)
He dado, más tarde, multitudinarias conferencias ante el espejo.
Charlas magistrales,
he disertado durante noches interminables
ante el reflejo de la ventana, vehemente y segura,
asentida por una audiencia entregada.

Premios, agasajos, galardones varios. Sonrisas humildes, lágrimas contenidas en ojos emocionados...
sinceros agradecimientos, toda una vida protagonizando chorradas.
Una detrás de otra, medallas imaginarias.

Odio el protagonismo,
soy una protagonista frustrada.

Despertarte cada mañana arropada.
Preparar la comida, bebiendo vino,
conversar en la noche
llegar a un lugar aún no recorrido.

Soy un extra satisfecho.
Una protagonista fracasada.

domingo, mayo 25, 2008

primavera

Si ni tan siquiera quiero ir a bailar rodeada de treitañeros modernos si yo enlazo con los delfines y mi gente sencilla:
mi amor de pobladas cejas
y mi rubia de poblada cabeza rubia.

jueves, abril 24, 2008

La Islandesa

Qué quiere la islandesa? Con su hilo de voz, sus ojos curiosos, sus rasgos desdibujados.
Sería cruel pensar qué es frígida solo porque viene de una isla de hielo. Lo cierto es que nunca la oí gemir a través de las finas paredes.
Pasan bastante tiempo en casa, son equitativos y disciplinados.
Su desayuno: exacto. El mismo tamaño, la misma composición.
Desayuno variado. Tarta de manzana, papaya cortada y comida con cuchara, separando la carne de la piel, pacientemente. La islandesa habla poco, mira tranquila, difícil definir si su mirada es insulsa o inteligente.

Pan con tomate y queso.

Dulce, salado. El equilibrio. El recato. Frente al extrovertido muchacho. Sanote, hablador y campechano catalán.

(asiduo a irse de putas?)

Desde mi habitación todo se escucha.
Conversaciones fragmentadas, rutinarias, siempre cordiales.
Pero un día, algo no cuadra.
Él habla al teléfono - Hola, Soy Joaquín- dice
Extraño, porque se llama Carles.

Plantan tomatitos, hierbas aromáticas, tienen un gato que a veces se mea en su cama.
Nunca se les oye discutir. Tampoco gemir, ya lo he dicho. ni reír a carcajadas.
El comedimiento implica no ostentar pasiones, y la islandesa eso lo sigue a rajatabla.
El friega, sube la compra, colabora en todo. El perfecto compañero, agente inmobiliario,
deportista, diligente y eficaz.
Ella es diseñadora de ropa. Ni mucho, ni poco. Muebles de la facción pija de ikea, navidades en familia, desayunos en la terraza.

El otro día la ví salir del portal. La cara roja, una maleta mediana, mirada huidiza, hilo de voz al saludar.
Hace días que solo lo veo a él, nuestras ventanas se miran, día y noche.

Creo que la islandesa nunca va a volver.

sábado, marzo 22, 2008

S u e ñ o s f u r t i v o s

Que en breve se tornan en apatía por lo inalcanzable y la experiencia de años de decepción. Ojos encendidos por el entusiasmo del arte. Firmamos nuestros manifiestos en oficinas oscuras. Entre gestos automáticos. Fábrica de hastío y de pulsar ratones. El gris administrativo que escribe sueños entre llamada y mail. Los grises operarios que esconden sus libros en rincones. Somos luciérnagas que encienden y apagan quimeras renovando sus ilusiones.
a la deriva.
se relamen muchachos originales hablando de arte en la fábrica de automatismo que clausura sensibilidades, educación y cultura. Anulan en su encierro el potencial de una sociedad mejor.

martes, febrero 26, 2008

Cuando sea mayor

Cuando sea mayor,
podré decir te quiero una vez y un millón
sin miedo a perder por ello mi reputación
ni verte desaparecer huyendo de mi corazón.

Cuando sea mayor
Podré dormir abrazada a ti bajo un solo edredón
sin morir de frío, con gas natural y querubines gorditos por la habitación.

Como en el anuncio, cuando sea mayor, las ventanas serán de aluminio con cierre hermético, no dejarán entrar ni un solo rumor.
La casa será una esfera sin conexión con el afuera
sin camión de la basura sin voces en la noche sin barullo vespertino, ni la maruja de los rulos gritando por el balcón.

Cuando sea mayor tendré calefacción central y un aspirador.
Una bici plegable con ruedas de circo para ir al trabajo con traje planchado y un amplio comedor. Dónde recibir tus besos cada mañana con una sonrisa impresa en la cara, como no.
ya no habrá coladas en patio interior.

Cuando sea mayor tendré un proyector con cañón en el salón, para llenar las paredes de cada domingo de cine del bueno, de sueños fílmicos. Pedir los entrantes en el restaurante,
y sin ningún pudor, poder invitarte, sin cálculos mentales sobre el saldo restante,con barra de labios de christian dior.

Cuando sea mayor

sabré que cruzarás esa puerta cada día. No me dará miedo el concepto de eterno así que pagaré una hipoteca de por vida. Que me arraigue a este suelo, dejar de volar a tientas, de planear por mis sueños y comprar la carne "donde toda la vida" para que me llamen por mi nombre y me fíen la comida. Ascensor, solomillo, pescado fresco y lavavajillas...

¿Qué sueños me quedarán cuando sea mayor?

miércoles, octubre 31, 2007

...

solo quería comer tostadas calientes por las mañanas y tu veías niños corriendo por el salón. Ahora me pasé a los cereales.
Dicen que es hasta los 30, no?

lunes, agosto 27, 2007

io non voglio capire

Dos líneas paralelas,
un interespacio infinito.
Me arrojaron allí y corría.
de un lado a otro, pazzesco,
cómo si nunca más hubiera camino que trazar.

De repente te parás,
respirás.
tranquila, lo mejor es no sentir nada,
las pasiones son troppo complicadas.
¿quién quiere latidos, si puedes mecerte en la nada?
fluir en esta dulce apatía de necesidades anuladas.

Y es ahí, cuando casi has llegado al nirvana, que algo te avisa:
La suerte es de los que empujan , no buscan, encuentran sin renunciar a nada.
Dejas de fluir, la atrapás.

¿he visto esa pupila o lo he soñado?
Da igual, ya no hay prisa.
entre la maraña de incógnitas algo me acaricia.
No quiero revelar nada...

No quiero destapar cajas de eternos reproches del que necesita y pide (=enamorado).
no quiero una bola mágica que me narre un futuro forse trágico(= aburrido).
Ahora que no hay resquicios (no- físicos) que rellenar,
los sueños marcan mis pasos, la incerteza es mejor que el nirvana.

No quiero certezas,
no quiero abrir cajas de eternas necesidades irresueltas
y huecos que rellenar.
Quiero seguir este viaje sin desembalar secretos.
Caminar por el vacío de este interespacio infinito
que se abrió en surcos en la arena y que pasó entre tus piernas

(o cerca de ellas).

non voglio capire.