sábado, diciembre 06, 2008

CAP I. Soy publicista

-I-

Aparto mi plumífero nórdico.
Un tímido bultito despunta en mi entrepierna
cubierta por ese pijama de tweed, comprado en una boutique
de London square el año pasado.
Me levanto y voy al baño. Allí me palpo el rostro en reflexivo gesto,
en un día me ha crecido la barba
¡Pero si ayer mismo me hice un apurado perfecto!
-Bueno, bueno... ¿y qué es esto?- me pregunto al observarme en el espejo
¿quizá me creció la cara?
Ralos cabellos orlan mi frontispicio,
compruebo al enfundarme mis óculos Dolce Gabbana

¿Y si las radiaciones UVA están minando mis masculinas hormonas?
¿o es que acaso mi estilista ya no le saca el máximo volumen a esta corona herbácea?
y eso que la Paola, de guais & scissors, no es ni mucho menos barata.

Pero este es el precio, amigos,
ya se sabe que la metrosexualidad, al final, se paga cara.
Y a mi que me lo digan,
la suscripción a las revistas femeninas me sale por un ojo de la cara.
Pero así me acerco a ellas,
en los bares, de noche, les asalto con mis frases compradas
-¿Tu belleza es de este mundo?
¡captaría tu delicadeza en sólo dos fotogramas!

Por el día soy más fino, me calzo una buena coartada
en forma de americana liviana y estos ojitos impostados 
camuflan mi vacuidad humana.

Pero nenas, yo soy de aquí y de allí.
Cosmopolita empedernido me dicen, y es así.
A mi lo que me gusta es el todo y la nada,
ser un ser, mejor que no ser, mi imagen es mi coartada
Y esto del espejo a primera hora de la mañana no es más que una falacia.
Ya veréis cuando me plante mi modern- -juvenil disfraz
y me vaya a pasear por el local. Vais a flipar.

-II-

Así que.
Activo mi buga con el automático y me alzo carretera abajo
sin ver que ese caniche tan mono quedó enredado en mis bajos
al cruzar el semáforo en rojo ¿o era ambar?
Es igual.
La rubia no está tan buena como para pagar el seguro
así que le piso con fuerza rumbo a mi segunda morada,
presto a epatar al personal con mi chupa recién estrenada.

-III-

Ya en la puerta, un niño pecoso con grandes gafas de montura morada, me increpa algo desde la otra acera, con aspavientos impropios de su corta edad.
Pienso en el caniche aplastado bajo mi rueda de montaña
¿será acaso el niño la reencarnación humana?
y ese resorte, en mi siempre presente, de eterna bondad alquilada,
se activa desde el esfínter obligándome a cambiar de acera.

(Esfínter, por otro lado, que ha sido cuidadosamente pulimentado
por la Rosi, del estetic Almodovar center, y he de decirlo,
por sus diestras manos. Y es que cada miércoles tarde, es lo que hago,
nunca se sabe cuando va uno a sacar a pasear su bultito de la entrepierna de tweed)

Me acerco a él (nada que ver con lo anterior citado, pues yo de pedófilo no tengo nada)
y le encuadro con maestría en contrapicado.
¡El ojo cinematográfico es mi particular pesadilla!
Me acompaña desde mis primeras poluciones cual ladilla en mi carne sensible incrustada. Y eso es lo que me solaza cada mañana.

El niño me desafía detrás de sus grandes gafas. Y me espeta resuelto y sin más preámbulos: -¿Pero, quién eres?- 
- Y es más -añade- ¿ De quién robaste esas palabras caras? -

Es verdad- me digo- Si en "ángeles y demonios" nunca usaron semejantes términos,
ni polución, ni preámbulos, y entonces pienso:
- ¡no dios mío, no!
Será que me encuentro, incluso, también dotado
(tan bien dotado, jeje)
del don de la creación literaria?
¡dios mio de mi vida y de mi corazón,
no puedo con tanto tino y tan inestimable compendio de atributos creativos!
¿Habré acaso de cambiarme el apellido?-

-IV-

Decido correr raudo a hacerme un buen chequeo,
no sea que este niño sea pájaro de mal agüero y se acerque trepidante el tributo a tanto menester creador, en forma y signo implacable de alopecia galopante.

Señores, yo soy un dandy, un modern-man,
un ilusionista del juego de los espejos,
esto se viene y se va, y sino me planto unos injertos,
vamos ya, un hombre como yo, de altos vuelos...

(CONTINUARÁ)