miércoles, marzo 21, 2007

La solidez de la soledad en el mundo líquido

En la incertidumbre de la nueva sociedad líquida, a veces me pierdo.
Dame algo que no sea virtual.
Las personas caminamos solas en el nuevo tejido tecno-social, pero no lógico.
Ahora, el ideal es trabajar desde casa, máximo rendimiento sin gastos de calefacción
ni el cafelito de la reunión...
Pero si me vendes individualismo,
dame al menos para bañar mi aislamiento con Chardonnay,
o un riberita, qué tampoco es que quiera yo lujos extremos.

Después, unas horitas de psicoanálisis,
para mantener un mínimo de salud mental
con alguien que aún te escucha in situ
(a 80 la hora , para quién se lo pueda pagar)

A mi, que soy joven, todo esto me pilla repentinamente,
no sé como lo sentirán otras generaciones que conocieron, aunque sea de refilón, otras formas de relación social en las que la gente aún se veía las caras, aunque algunas, no las quisieran ver ni en pintura...

A mi, todo esto, me coge desprotegida y vulnerable;
Aún no me he construido la férrea coraza de la gente madura:
más dura, tras las hostias con la vida.
Yo todavía no me he dado muchas, pero quisiera endurecerme rápido,
antes de que me desuellen de todas mis ilusiones, y un día me despierte hecha jirones.

Y es que, en medio de esta encrucijada de corrientes y flujos que vienen y van
a ritmo desbocado, comienzas a hundirte en la Incomprensión.
Si somos gregarios, ¿por qué hemos de aislarnos?
Nos venden que somos seres sociales: redes, clubs, chats,
foros, sectas, agrupaciones, Identidad, Pertenencia, nación!

Pero objetivamente, estas solo, si no quieres pasar por el artificio del carnet de socio y de la impostada reunión.
Entonces, ¿por qué no promocionar un nuevo “eremitismo” de habitación
en plan hikikomori como ideal del nuevo animal social?
Excitantes sensaciones dimanan de la pantalla,
los pixels acarician tus ojos y hacen bullir tus neuronas
y el aire viciado del zulo te retrotrae a románticas celdas de monasterios medievales.
Las pasiones serán controladas, hasta transcender al nirvana,
lo importante es no desear nada, así que apaga el televisor
y sumérgete en tu agujero de hurón..

Y si no, ¿porqué no ir a la montaña? Allí donde sabios milenarios encontraron las respuestas a la vida en su aislamiento.
Una vez allí, a esperar que una mata te ilumine.

¿habrá cobertura?

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