martes, febrero 26, 2008

Cuando sea mayor

Cuando sea mayor,
podré decir te quiero una vez y un millón
sin miedo a perder por ello mi reputación
ni verte desaparecer huyendo de mi corazón.

Cuando sea mayor
Podré dormir abrazada a ti bajo un solo edredón
sin morir de frío, con gas natural y querubines gorditos por la habitación.

Como en el anuncio, cuando sea mayor, las ventanas serán de aluminio con cierre hermético, no dejarán entrar ni un solo rumor.
La casa será una esfera sin conexión con el afuera
sin camión de la basura sin voces en la noche sin barullo vespertino, ni la maruja de los rulos gritando por el balcón.

Cuando sea mayor tendré calefacción central y un aspirador.
Una bici plegable con ruedas de circo para ir al trabajo con traje planchado y un amplio comedor. Dónde recibir tus besos cada mañana con una sonrisa impresa en la cara, como no.
ya no habrá coladas en patio interior.

Cuando sea mayor tendré un proyector con cañón en el salón, para llenar las paredes de cada domingo de cine del bueno, de sueños fílmicos. Pedir los entrantes en el restaurante,
y sin ningún pudor, poder invitarte, sin cálculos mentales sobre el saldo restante,con barra de labios de christian dior.

Cuando sea mayor

sabré que cruzarás esa puerta cada día. No me dará miedo el concepto de eterno así que pagaré una hipoteca de por vida. Que me arraigue a este suelo, dejar de volar a tientas, de planear por mis sueños y comprar la carne "donde toda la vida" para que me llamen por mi nombre y me fíen la comida. Ascensor, solomillo, pescado fresco y lavavajillas...

¿Qué sueños me quedarán cuando sea mayor?

1 comentario:

Anónimo dijo...

NO VOLVERÉ A SER JOVEN

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

"Poemas póstumos" 1968, Jaime Gil de Biedma